Por curiosidad. Por eso terminó Esperanza Gómez ojeando una revista  de rubios desnudos que pronto le quitaron el sueño. Tenía 13 años, la  idea de que el sexo por fuera del matrimonio había sido creado por el  diablo y un hermano mayor que en su cuarto guardaba páginas y páginas de  pornografía. Vivía en una casa amplia en la que aún reside el recuerdo,  quizá seco y abstracto, de un mal día cuando a los 7 años, un  trabajador de su padre se bajó, a la sombra de una sonrisa maligna y  lasciva, sus pantalones, mostrándole, de una buena vez, aquello que  después sería centro de su inocente inquietud. Su caminar, como  su vestimenta, tenían formas viriles —razón a la que atribuye las burlas  de sus nueve hermanos, ocho de ellas mujeres, que le decían Patito  Feo—, usaba el pelo “como virgen de pueblo”, y evitaba las miradas  pecaminosas de los niños que durante las jornadas escolares se peleaban  por sentarse a su lado. No podía recibir visitas de hombres, su padre  repudiaba la ropa que...
 
 
rica estas lñindqa como te contacto
ResponderEliminarmi correo es leal_1972@hotmail-com linda o agregame al facebook con el mismo correo
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